Un desayuno a ciegas para vivir una experiencia inclusiva :

Escrito por adicasadmin el . Posteado en Noticias

La actividad, organizada este miércoles por la ONCE en Las Carolinas, permitió conocer los desafíos a los que se enfrentan las personas ciegas o con alguna discapacidad visual:

Alicia Martín, usuaria de perro guía, durante el desayuno en Las Carolinas. En portada, Jesús Santos charla con una técnico de rehabilitación de la ONCE.

La moda de comer o cenar a ciegas en un restaurante puede llegar a ser toda una experiencia culinaria y multisensorial. No hay duda. Y un ejercicio de empatía, también.

Ponerse en la piel de las personas ciegas o con discapacidades visuales severas, aunque sólo sea durante unos minutos, le hace a uno hacer ver más allá. Se lo aseguro. Y lo que promete ser una experiencia única, llena de sensaciones, se transformará en un aprendizaje personal y cooperativo, en una experiencia inclusiva para entender el día a día de un colectivo de personas que en muchos casos ha tenido que aprender a vivir y manejarse a oscuras.

Para las personas invidentes, el mero hecho de salir de casa para ir a una cafetería, al super, a la farmacia, a comer, a cenar a un restaurante o, como en este caso, acudie a desayunar a Las Carolinas, requiere de ir acompañado de bastón. O de Janis y Zodiac, dos de los 24 perros guía que desempeñan tan importante labor en Cantabria (son cerca de mil en toda España).

Son los ojos de Alicia y Jesús. Dos pastores labradores que les regalan cada día movilidad y seguridad para enfrentar las barreras diarias: «Nos dan la libertad que no nos da el bastón. Poder relajarnos y cambiar de plan sobre la marcha, como cualquier otra persona. ¡Es una sensación fantástica! Con ellos vamos a todas partes».

Precisamente para visibilizar la labor de estos lazarillos que realizan un trabajo crucial, representantes de diversos sectores de la sociedad cántabra se pusieron en su piel y en la de todas las personas con discapacidad visual durante un desayuno a ciegas organizado por la ONCE, este miércoles en Las Carolinas, enmarcado en los actos de la Semana del Grupo Social en Cantabria.

Durante algo más de una hora, la veintena de personas que participaron en esta experiencia –organizada por segundo año–, se repartieron en diferentes mesas para desafiar a los sentidos, compartir charla e intercambiar sensaciones.

Alicia Martín (Madrid, 1959) lleva toda la vida viviendo en Cantabria. Primero en Santander y después en Laredo, donde trabajó como vendedora de cupón. Una retinopatía la hizo perder la visión de forma progresiva a los 18 años. Su vida cambió pero ella se fue adaptando, «casi sin darme cuenta».

Lo primero que hace un ciego cuando llega a un sitio desconocido es tocar, comentaba. «La gente piensa que nosotros, cuando llegamos a un sitio, tiramos y rompemos todo. Podemos hacerlo, sí, pero como cualquier otra persona. Vamos con muchísimo cuidado».

A través de sus manos personas como Alicia y Jesús es como observan el entorno, «donde están situados los elementos de la mesa, los cubiertos, los platos, los vasos…». Por decirlo de alguna manera, leen la mesa. «Con el tenedor voy viendo como está dispuesta la comida en el plato y el tamaño de los alimentos, para no meterme algo demasiado grande en la boca. El cerebro humano es prodigioso. Se adapta a aquello que te va faltando, pero de otra manera. Agudizamos otros sentidos que son los que nos aportan información».

Como buena pejina, Alicia se declara fan de las patatas con jibia. Las frituras se le resisten porque es lo más complicado para ellos, «sobre todo darlos vuelta, así que se encarga mi marido». Cocinar es una de las cosas que más disfruta y en la cocina de su casa se relaja, principalmente si hace asados. «Cuando abro el horno me guío más por el chisporroteo y el olor que por el tiempo. A veces me equivoco, claro, y me cabreo conmigo misma, pero lo acabas aceptando».

Jesús Santos (Santander, 1967) es vecino de Muriedas y fue otro de los protagonistas de este encuentro. Con 19 años empezó a perder visión nocturna a consecuencia de una enfermedad degenerativa y hace aproximadamente 10 años que se quedó ciego por completo. Se formó como delineante, profesión a la que pudo dedicarse, «disfrutándola mucho». En 1998 se afilió a la ONCE y, como Alicia, trabajó vendiendo el cupón.

Jesús es sordociego y vive con una sobrina y los hijos de esta, pero también ha vivido sólo. «He sido muy autónomo y hacerme la comida a diario no ha supuesto un problema». Ahora no cocina de forma habitual pero entonces «me preparaba mucha verdura y pescado a la plancha, también cocía pasta… Freír en sartén era más complicado y con el tiempo he ido dando más importancia a las texturas. Me gusta comer con las manos, es más sencillo. Procuro evitar el cuchillo, el tenedor, los pescados con muchas espinas…»

Cuando se sienta en la mesa a Jesús le gusta disfrutar con calma. «Como de todo y muy despacio». Su padre, que fue pescador, le educó bien el paladar. Y a menudo la memoria gustativa le lleva a los guisos de su madre: «Me pasa continuamente».

Dominar el entorno es lo más importante para él. «En la cocina siempre he procurado tenerlo todo en el mismo sitio, el aceite, la sal… Pero incluso a nosotros mismos nos sorprenden las cosas que podemos llegar a hacer».

Herramientas necesarias

Además de los perros guía, personas como Alicia y Jesús cuentan hoy con la ayuda de las nuevas tecnologías. Gracias a los smartphones tienen en su bolsillo una poderosa herramienta, útil y necesaria, que puede ver por ellos. Aplicaciones que les ayudan y «de vez en cuando nos dan alguna que otra sorpresa», comentan. «Cuando por ejemplo nos ponemos frente a una lata, en casa o en el super, y no sabemos exactamente qué es, echamos mano del móvil para que nos lea la aplicación… En vez de abrir sardinas podemos abrir agujas o calamares».

También utilizan las geolocalizadoras como Lazarillo, aunque conozcan la ruta. «Nos facilita si queremos localizar una farmacia, un hotel, un restaurante, un bar, un banco, un teatro… Nos ‘canta’ los espacios, comercios o establecimientos por los que vamos pasando si estamos en entornos desconocidos». Pero en su caso, comenta Alicia, es el perro quien «nos lleva a determinados sitios, los habituales como la panadería, carnicería, supermercado, farmacia…». Y aclara: «No son taxis, nuestros perros son guías, la orden hay que dársela en el entorno. Son fantásticos y aprenden muy rápido».

Solo pedimos normalidad

España es el sexto país del mundo en preparación de perros guía –el segundo de Europa– y la lista de espera es de 4 a 5 años de media para quienes lo solicitan por primera vez. Su objetivo es facilitar la vida a estas personas que tienen todo el derecho –reconocido por ley– a entrar con ellos a un restaurante, subirse a un taxi, coger un autobús, acceder al supermercado… «Sólo pedimos normalidad. Si alguien no ve bien, lleva gafas. Si alguien no puede andar, va en silla de ruedas… Nosotros necesitamos llevar perro guía, con su documentación a disponibilidad de quien nos la pida».

Y es importante que la sociedad sepa que cuando estas personas estén en el interior o exterior de cualquier establecimiento, no se les ofrezca nada de comida. «Los perjudicados somos nosotros. Si se ponen malos, al día siguiente no van a poder hacer su trabajo, que es guiarnos a nosotros».

Actividades como esta puestas en marcha por la ONCE ayudan a ponerse en el lugar de otros. A ver con claridad para poder ayudar a transformar el futuro de quienes se manejan en un mundo completamente a oscuras.

 

Deja un comentario


Asociación declarada de utilidad pública el 15 de enero de 2013 según el artículo 32 de la Ley Orgánica 1/2002, de 22 de marzo, reguladora del Derecho de Asociación, con nº de registro 2589